12 de septiembre de 2010

Vericuetos

Es posible que vayan quedando trocitos de nuestro yo por las veredas.

Es por eso que nos vamos haciendo pequeños con la edad.

Primero absorbemos y crecemos y nos hinchamos de vida.

Cuando nos toca ceder, explicar, madurar, comprender, perdonar, callar, escuchar, vamos dejando de ser y nos regalamos para que otros medren.

Y cuando empezamos a entenderlo, emprendemos el camino hacia la sabiduría, que pide que nos desprendamos de lo nuestro y que las cargas propias sean ligeras.

Al final, el descanso del guerrero es poder seguir creando senderos donde perderse.




- Pena, no te desprendas de mí, ¿vale?
- Ay Alegría, si no puedes ir sola a ningún lugar... no ves que no sabes ni llorar...

1 comentario:

Torcuato dijo...

Mucha belleza en este texto.
Un abrazo.