8 de septiembre de 2014

Agujeros

Luis Leonardo, de naturaleza ambivalente, oblicua y polifónica, nació rico por parte de madre. Heredó lunares en los calcetines, unos pantalones azules y agujeros en los bolsillos, para que, por su condición de acaudalado, nunca se llenen.


- ¿Te acuerdas lo que heredamos de madre, Pena?
- Claro que me acuerdo. Era tan pobre que un pozo para que lo llenáramos de deseos.

6 de septiembre de 2014

De peso en pico

Picoplomo era un canario extraordinariamente pesado. No había balancín que soportara su peso. La jaula pasó de la pared a la encimera de la cocina tras reventar la alcayata del seis que la sujetaba.
Murió la abuela y, en polvo y urna de plata, relegó al relindo pajarote al suelo de la terraza, donde canta en silencia a cada una de las flores que pasan a su lado ausentes.


- Ya me gustaría tu ausencia, Pena.
- Sería demasiado aburrido y previsible todo...

28 de agosto de 2014

Con sueño

Se cubrió con un mando de estrellas heredado de una tía que no llegó a conocer. Las penurias y la postguerra agujerearon los recuerdos más recientes hasta hacerlos tomar este color grisáceo. De puro aburrimiento, se durmió hasta que se despertó con la luz del despertador a altas horas de la mañana, casi tarde ya. Tomó un libro con las pastas por fuera y recordó los macarrones con chorizo y huevo crudo de la abuela, pero sin queso. Se tragó las primeras páginas y se guardó el resto para el almuerzo. Se levantó de la cama y se calzó los mocasines, uno por pie. Huyó por el doblez del pasillo hasta el fondo, escondido en el silencio, donde moran los sueños, esos que no tuvo.


- Alegría, que felicidad tenerte cerca.
- Ay Pena, pensé que de pena no estabas ya.

30 de abril de 2014

Sin rutinas


Buscaba las calles más concurridas para, con sus manos extendidas, ir impregnándose de los olores de los viandantes: colonias infantiles de bebés rechonchos que dormían tranquilos en sus carricoches, lila y rancio de una mujer con generosas carnes que mostraba sin pudor, té verde de una preciosa chica de pelo afro con ojos infinitos, tabaco de pipa de un pretencioso y denostado caballero sindicalista, frescura melancólica del sur de bellas y tenues sonrisas, recuerdos secretos de alguien que conoció y ahora no recordaba dónde...
Intentaba atesorar todos los aromas, esa mañana iba a ser dura, tenía que ensobrar cientos de cartas en la oficina y ya se sabe que a nadie le gusta recibir una carta que no huela a nada.


— Ya estoy cansada de tanta carta de bancos y de publicidad
— Pena, ya no llegan cartas como las de antes, y los mensajes no huelen.


29 de abril de 2014

Naturaleza olvidadiza

En la memoria queda, tanto lo que se hace como lo que se imagina que
se ha efectuado.
El tiempo lo confunde todo y las demencias nos ponen
a cada uno en nuestro sitio: dependientes e indefensos ante la vida y
ante secretos que no siempre son los nuestros.
Es esta naturaleza
olvidadiza la que nos deja sin nada que compartir y es cuando nos
perdemos nuestra esencia en bolsillos en los que ya nadie busca.




- Pena, no entiendo nada de lo que dices.
- Eso es porque no has perdido más de los que has encontrado por el camino.

6 de marzo de 2014

Vacío

Entren las sombras
en bosques tristes,
y coman los lobos
las raíces muertas.

Ciñan las ramas
en todos los mis
vientres hueros
de vida, yermos.

Que las cenizas
despojen vientos.
Que pase el tiempo
y se lleve

 el hueco.

5 de marzo de 2014

Brisa perla



La directora de la banda eleva los brazos. El aroma Brisa Perla cautiva a todos. El clarinete primero duda un momento, embriagado por tan cálido aroma y entra tarde. Con una mirada y un movimiento de batuta firme, se corrige el error. Cruzan una mirada cómplice. Bombo y platos de choque se dan cuenta y sonríen mientras se preguntan por el número de compases de espera que llevan. Ha habido acuerdo y entran cuando toca. Trompeta no ha dado la llamada y tuba, definitivamente, se ha cruzado. La tensión hace irrespirable el ambiente, se masca la tragedia. La directora eleva los brazos. Brisa Perla embriaga al auditorio. Calderón salvavidas. Silencio absoluto para ordenar y ajustar. Bajada de brazos final. Ni un solo eco, ni colas… Irrepetible, sencillamente sublime. Ovación al bombardino que se levanta con el instrumento en una mano y las partituras de la siguiente obra en la otra. Aplausos para el resto de la banda que agradece la directora inclinado levemente la cabeza. Cambio de partituras. Silencio en todos los atriles. Alza los brazos, Brisa perla.


4 de marzo de 2014

Aquel último error

No hay nada que hacer. Definitivamente muerto. Otro que se une a la campaña de bajo consumo. Preferiría no tener tanto éxito, pero es inevitable, la gente sigue muriéndose. No siempre es la única opción, pero suele ser una de las últimas decisiones. Conociendo a mi familia y su prácticamente nula forma de implicarse en los cambios, la mía fue equivocada.
Odio esta corbata gris.