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20 de noviembre de 2019

Simple es el aire

a
cuando camino
en este otoño gris, 
desato nudos

b
¡calla música!
y que hable más fuerte
este silencio

c
bajo la niebla
el aire que respiras, 
también es simple

d
las campanadas
cuando suenan tan lejos
parecen ecos 




- "Caminante, no hay camino..."
- Pena, mira para adelante que chocas
- Ay alegría, cuánto te eché de menos

5 de marzo de 2014

Brisa perla



La directora de la banda eleva los brazos. El aroma Brisa Perla cautiva a todos. El clarinete primero duda un momento, embriagado por tan cálido aroma y entra tarde. Con una mirada y un movimiento de batuta firme, se corrige el error. Cruzan una mirada cómplice. Bombo y platos de choque se dan cuenta y sonríen mientras se preguntan por el número de compases de espera que llevan. Ha habido acuerdo y entran cuando toca. Trompeta no ha dado la llamada y tuba, definitivamente, se ha cruzado. La tensión hace irrespirable el ambiente, se masca la tragedia. La directora eleva los brazos. Brisa Perla embriaga al auditorio. Calderón salvavidas. Silencio absoluto para ordenar y ajustar. Bajada de brazos final. Ni un solo eco, ni colas… Irrepetible, sencillamente sublime. Ovación al bombardino que se levanta con el instrumento en una mano y las partituras de la siguiente obra en la otra. Aplausos para el resto de la banda que agradece la directora inclinado levemente la cabeza. Cambio de partituras. Silencio en todos los atriles. Alza los brazos, Brisa perla.


13 de junio de 2013

Silencios musicales


Callan monstruos RO

zando con sus dedos CUER

das de guitarra




- Mejor que a golpes, aunque sean controlados, Alegría.
- No sí estos están controlados por el corazón y por unas baquetas acompasadas.

15 de febrero de 2013

Tetracordo



Sentado al fondo de la sala movía sus manos formando una escalera de cuatro escalones de diferentes tamaños. A veces eran las dos manos las que subían al unísono, aunque normalmente se sucedían movimientos de una mano a la otra vertiginosamente, como mordiéndose, otras de forma paulatina, semejando una danza oriental. Mi curiosidad iba en aumento. Sospechaba que tenía que ver con un juego relacionado con los rayos de sol que entraban por la ventana y las sensaciones placenteras que le daba cortarlos con sus manos haciendo que se moviera el polvo como bancos de peces…

Decidí grabarlo todo en vídeo para estudiarlo con más detenimiento.

No podía dar crédito a lo que estaba viendo: Movimientos. Pausa. Movimientos. Pausa. Movimientos. Parada más larga. Hasta en catorce ocasiones a lo largo de la mañana repitió la misma estructura que mis conocimientos musicales me hicieron relacionar con una obra con tres movimientos. En un primer movimiento el protagonista era la posición de manos más baja. En torno a ese movimiento inferior iban los adornos a una velocidad impresionante. Mi corazón parecía que se escapaba del pecho en un galope cuántico. En la segunda parte llegaba la calma. Casi todo el movimiento giraba en torno a la posición superior que quise identificar con una nota más grave. Mi corazón se acompasó, se tranquilizó y como llevado por una especie de sortilegio místico encontré la paz. La última parte parecía improvisada y daba la impresión de cambiar en cada ejecución, aún así giraba alrededor de la nota superior igualmente. Descubrí que lo que le daba ese matiz de inestabilidad, era su ritmo aleatorio que curiosamente, yo entendía. 

Me remonté años atrás cuando con mi padre tiraba cantos en una balsa que formaba el río bajo el puente allá en mi pueblo. Se formaban ondas bajo los saltos que hacía la piedra como una rana. Primero iban despacio y poco a poco iban aumentando su velocidad hasta terminar en el fondo del río, dejando el agua en un continuo movimiento circular superpuesto en expansión, renovación y superposición.

Vi a mi padre, era él. Me estaba enviando un salvavidas para que yo me despertara. Por fin pude oír la música que había compuesto para mí y a la que se había dedicado en cuerpo y alma durante los últimos diez años que estuve en coma, sin más armas que mi primer xilófono de cuatro notas y colores que él, me había regalado hace años, y que ahora, tocaba sin descanso a mi lado.



- Difícil que alguien se cure de algo con cuatro notas Alegría.
- Pero cierto. Hay quien se ha curado con una nota por debajo de la puerta pidiendo disculpas.

11 de diciembre de 2012

Añoranzas

De las palabras
que me sobran calladas
hago música

Mi musa muere
sino estoy sentado
escribiéndote

Bocas de lobo
no se comen inviernos;
ahuyentan niños

Vuelven las sombras
cuando crecen los ríos
tras los arbustos

Mirando al niño
que fuimos hace tiempo
lloramos quedos


- Alegría, estaba recordando todo lo que hablábamos sobre nuestro futuro, sobre lo que queríamos ser...
- Llegarán futuros que ahuyenten lobos

23 de enero de 2012

De mieles y bocas de cerdo

Tras la lluvia, las hojas colmadas, empezaron a desprenderse de las gotas de agua. Fueron cayendo  una a una, tintineando en los charquitos formados a diferentes alturas de los cocos abiertos y rotos que había desperdigados por el suelo. Azar y viento, se aliaron e hicieron que, nota por nota, sonara la quinta sinfonía de Beethoven completa.
Un cangrejo ermitaño, asustado por el ruido, corrió a esconderse bajo la arena.


- De lo que concluyes que no está hecha la miel para la boca del cerdo...
- No Alegría, creo que las sensaciones existen solamente cuando alguien tiene capacidad para percibirlas como testigo subjetivo, el resto simplemente fluyen.