15 de febrero de 2013

Tetracordo



Sentado al fondo de la sala movía sus manos formando una escalera de cuatro escalones de diferentes tamaños. A veces eran las dos manos las que subían al unísono, aunque normalmente se sucedían movimientos de una mano a la otra vertiginosamente, como mordiéndose, otras de forma paulatina, semejando una danza oriental. Mi curiosidad iba en aumento. Sospechaba que tenía que ver con un juego relacionado con los rayos de sol que entraban por la ventana y las sensaciones placenteras que le daba cortarlos con sus manos haciendo que se moviera el polvo como bancos de peces…

Decidí grabarlo todo en vídeo para estudiarlo con más detenimiento.

No podía dar crédito a lo que estaba viendo: Movimientos. Pausa. Movimientos. Pausa. Movimientos. Parada más larga. Hasta en catorce ocasiones a lo largo de la mañana repitió la misma estructura que mis conocimientos musicales me hicieron relacionar con una obra con tres movimientos. En un primer movimiento el protagonista era la posición de manos más baja. En torno a ese movimiento inferior iban los adornos a una velocidad impresionante. Mi corazón parecía que se escapaba del pecho en un galope cuántico. En la segunda parte llegaba la calma. Casi todo el movimiento giraba en torno a la posición superior que quise identificar con una nota más grave. Mi corazón se acompasó, se tranquilizó y como llevado por una especie de sortilegio místico encontré la paz. La última parte parecía improvisada y daba la impresión de cambiar en cada ejecución, aún así giraba alrededor de la nota superior igualmente. Descubrí que lo que le daba ese matiz de inestabilidad, era su ritmo aleatorio que curiosamente, yo entendía. 

Me remonté años atrás cuando con mi padre tiraba cantos en una balsa que formaba el río bajo el puente allá en mi pueblo. Se formaban ondas bajo los saltos que hacía la piedra como una rana. Primero iban despacio y poco a poco iban aumentando su velocidad hasta terminar en el fondo del río, dejando el agua en un continuo movimiento circular superpuesto en expansión, renovación y superposición.

Vi a mi padre, era él. Me estaba enviando un salvavidas para que yo me despertara. Por fin pude oír la música que había compuesto para mí y a la que se había dedicado en cuerpo y alma durante los últimos diez años que estuve en coma, sin más armas que mi primer xilófono de cuatro notas y colores que él, me había regalado hace años, y que ahora, tocaba sin descanso a mi lado.



- Difícil que alguien se cure de algo con cuatro notas Alegría.
- Pero cierto. Hay quien se ha curado con una nota por debajo de la puerta pidiendo disculpas.

12 de febrero de 2013

Vaticano III

Lo bueno de no tener un cadáver caliente, es que se puede hablar de ello abiertamente.
Quiero que hable español, sí, y para que sea alguien preparado, que sea joven, que parece ser que están bastante desocupados. Tengo pensado hasta el nombre, me gustaba Leonor, pero es Lola: Lola I, Obispo de Roma, suena más rotundo.


- Mira, Pena, fumata violeta.
- La multicolor la dejaremos para otro milenio, pasito a pasito.