Las campanas tocan a muerto.
Todo el pueblo permanece en silencio. En la tasca, la partida parece más animada que de costumbre. El tabernero escupe en la mesa, espanta las moscas, y pasa un trapo. De repente, uno de los oscuros individuos se levanta de la partida y dando una patada a la silla, sale de la nube de humo, enfadado, rojo por la ira... Toda la bodega se ilumina con una carcajada estremecedora. Satanás, el antes conocido como Luzbel ha ganado.
Mefistófenes tendrá que hacer el trabajo sucio: arrastrar el alma del infeliz difunto a las entrañas de la tierra...
Perdió.
- Me has dejado temblando...
- Ay Alegría, qué poco sentido del humor tienes...