Mostrando entradas con la etiqueta microrrelato. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta microrrelato. Mostrar todas las entradas

22 de noviembre de 2019

Salto generacional

Le dije, sin alzar la voz: “@hija, te pasas todo el día enredada y sonriendo interrumpidamente a tu smartphone, subiendo y bajando archivos a mega depósitos imborrables, con el único fin de recibir refuerzos positivos inmediatos que son el arma que destruirá masivamente esa sociedad alternativa e insustancial que no existe, pero que engorda fortunas alejadas del esfuerzo personal... ¿quieres ponerte a estudiar, aunque solamente sea por postureo…?”, y ¿sabes qué me respondió? “ok boomer”. ¡OK BOOMER!... me pinchan y no sangro.


- Si porque te dije que no podía ir te pones así, no te lo vuelvo a decir y ya está
- Ya Alegría, pero era el día de nuestro cumpleaños y somos siamesas…


8 de septiembre de 2014

Agujeros

Luis Leonardo, de naturaleza ambivalente, oblicua y polifónica, nació rico por parte de madre. Heredó lunares en los calcetines, unos pantalones azules y agujeros en los bolsillos, para que, por su condición de acaudalado, nunca se llenen.


- ¿Te acuerdas lo que heredamos de madre, Pena?
- Claro que me acuerdo. Era tan pobre que un pozo para que lo llenáramos de deseos.

28 de agosto de 2014

Con sueño

Se cubrió con un mando de estrellas heredado de una tía que no llegó a conocer. Las penurias y la postguerra agujerearon los recuerdos más recientes hasta hacerlos tomar este color grisáceo. De puro aburrimiento, se durmió hasta que se despertó con la luz del despertador a altas horas de la mañana, casi tarde ya. Tomó un libro con las pastas por fuera y recordó los macarrones con chorizo y huevo crudo de la abuela, pero sin queso. Se tragó las primeras páginas y se guardó el resto para el almuerzo. Se levantó de la cama y se calzó los mocasines, uno por pie. Huyó por el doblez del pasillo hasta el fondo, escondido en el silencio, donde moran los sueños, esos que no tuvo.


- Alegría, que felicidad tenerte cerca.
- Ay Pena, pensé que de pena no estabas ya.

30 de abril de 2014

Sin rutinas


Buscaba las calles más concurridas para, con sus manos extendidas, ir impregnándose de los olores de los viandantes: colonias infantiles de bebés rechonchos que dormían tranquilos en sus carricoches, lila y rancio de una mujer con generosas carnes que mostraba sin pudor, té verde de una preciosa chica de pelo afro con ojos infinitos, tabaco de pipa de un pretencioso y denostado caballero sindicalista, frescura melancólica del sur de bellas y tenues sonrisas, recuerdos secretos de alguien que conoció y ahora no recordaba dónde...
Intentaba atesorar todos los aromas, esa mañana iba a ser dura, tenía que ensobrar cientos de cartas en la oficina y ya se sabe que a nadie le gusta recibir una carta que no huela a nada.


— Ya estoy cansada de tanta carta de bancos y de publicidad
— Pena, ya no llegan cartas como las de antes, y los mensajes no huelen.


5 de marzo de 2014

Brisa perla



La directora de la banda eleva los brazos. El aroma Brisa Perla cautiva a todos. El clarinete primero duda un momento, embriagado por tan cálido aroma y entra tarde. Con una mirada y un movimiento de batuta firme, se corrige el error. Cruzan una mirada cómplice. Bombo y platos de choque se dan cuenta y sonríen mientras se preguntan por el número de compases de espera que llevan. Ha habido acuerdo y entran cuando toca. Trompeta no ha dado la llamada y tuba, definitivamente, se ha cruzado. La tensión hace irrespirable el ambiente, se masca la tragedia. La directora eleva los brazos. Brisa Perla embriaga al auditorio. Calderón salvavidas. Silencio absoluto para ordenar y ajustar. Bajada de brazos final. Ni un solo eco, ni colas… Irrepetible, sencillamente sublime. Ovación al bombardino que se levanta con el instrumento en una mano y las partituras de la siguiente obra en la otra. Aplausos para el resto de la banda que agradece la directora inclinado levemente la cabeza. Cambio de partituras. Silencio en todos los atriles. Alza los brazos, Brisa perla.