5 de agosto de 2010

La vida

En una buena programación, lo primero siempre es marcarse un objetivo, saber hacia donde dirigir las naves. Marcarse un horizonte, buscar el final del arco iris, nuestro Everest personal...
Cuando vas teniendo edad te das cuenta que en lo más alto, suele haber muchas nubes, el horizonte avanza contigo y el arco iris... se desvanece.
Aún así sentimos la necesidad de marcarnos metas, aunque sean cercanas, una lista de la compra o de quehaceres (me gusta esta palabra). Nos gusta levantarnos por la mañana sabiendo hacia donde ir y acostarnos cansados de la vuelta...
Buscamos sentido a una vida que lo tiene en sí misma, ya que sin protagonista no hay película, ni tan siquiera un documental.
El final puede que esté bien, pero sigo pensando que lo que recordamos es lo que pasa en el camino.



¡Buen Camino, peregrino!

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