14 de junio de 2010

La muerte

Las preguntas sencillas merecen respuestas sencillas. Lo difícil es encontrarlas.


Un día se acercó una niña curiosa (esto suena redundante...) a Bicefalepena y le preguntó sobre la muerte y por qué nos morimos...

Estaba preparado para responder de dónde vienen los niños, los ciclos de la luna, el color de las flores... Pero dar respuesta a algo tan sencillo, de forma compleja..., como para niños, era todo un reto.

Empezó a darle vueltas en sus cabezas, lo que generó más y más dudas aún, sobre las cosas que quedan por hacer cuando la muerte se presenta de forma repentina en plena juventud, o cuando viene avisando a gritos, para llegar callada...

La impaciente niña (otra redundancia) no estaba dispuesta a aburrirse más con las cavilaciones de Bicefalepena, que como habla mientras piensa, suele tener una conversación muy aburrida entre pena y alegría.

Y le espetó: Mira, déjalo. Seguro que morimos porque estamos vivos, como las plantas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

.... o porque sino, acabaríamos conociendo todas las respuestas, y esto sería muy aburrido.

Kum* dijo...

Se puede aprender mucho de las respuestas de los niños... al menos sencillez e inocencia, lo cual no es poco. (Muy buenos y muy a tiempo los comentarios entre paréntesis en tu relato...).

Un beso huelguista.

Susana Pérez dijo...

Muy bueno.
A veces pensamos y pensamos como responder a un niño-a, cuando con lo más sencillo tenemos la mejor respuesta.
Coincido con Kum en que los paréntesis están justo en el sitio oportuno.
Abrazos