10 de diciembre de 2012

Al filo

En un mismo salto, sin más ayuda que la gravedad, Luis Albricias Pocas se despidió, de pasada, de la vecina del cuarto (como siempre asomada entre cortinas), del silencio, ese que calla, de sus limitaciones para entender, de los anuncios de compresas y de los de la ilusión, de su imaginación, de su indecisión, del monstruo, de sí mismo y de todos sus compañeros, del tiempo de sobra y del de falta, de ese maldito canon de entrada y salida musical que se repite una y otra vez sin sentido ni gracia alguna. 
También se quiso llevar la culpa, pero era tanta que los que quedaron, se hicieron con la herencia sin quererla.


- Alegría, yo el que odio es ese anuncio que dice que compres lotería para poder soñar o tener sueños decentes.
- Pena, yo no necesito ni cerrar los ojos para hacerlo.

3 comentarios:

Luisa Hurtado González dijo...

Perfecto, justo es así como creo que es muchas veces pero... yo nunca hubiese sabido contarlo. No.
Un saludo

Dyhego dijo...

A lo mejor en el último momento se lo piensa mejor, Bicefa.
Salu2.

Ikana dijo...

Sobre todo los anuncios de compresas. ¡Los carga el diablo!