En un mismo salto, sin más ayuda que la gravedad, Luis Albricias Pocas se despidió, de pasada, de la vecina del cuarto (como siempre asomada entre cortinas), del silencio, ese que calla, de sus limitaciones para entender, de los anuncios de compresas y de los de la ilusión, de su imaginación, de su indecisión, del monstruo, de sí mismo y de todos sus compañeros, del tiempo de sobra y del de falta, de ese maldito canon de entrada y salida musical que se repite una y otra vez sin sentido ni gracia alguna.
También se quiso llevar la culpa, pero era tanta que los que quedaron, se hicieron con la herencia sin quererla.
- Alegría, yo el que odio es ese anuncio que dice que compres lotería para poder soñar o tener sueños decentes.
- Pena, yo no necesito ni cerrar los ojos para hacerlo.
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10 de diciembre de 2012
14 de marzo de 2012
Hambre
Se coló por una grieta de la pared, con todas sus moscas y sus barrigas hinchadas como balones de reglamento, hipnóticos, entrando y saliendo entre los tres palos, con bufandas al viento gritando, engordando cuerpos atléticos y sonrisas altivas.
Descubrió que no huele, el hambre no huele a domingo, no hay calendarios para los días vacíos, sólo eco, recuerdo y silencio.
Tras un gran estruendo, un saco con ayuda estatal entró por la ventana y reventó su frigorífico.
Cuando se cansó de leer la letra grande de agradecimientos, planes de alivio social..., buscó instrucciones para abrirlo y solamente encontró una del partido gubernamental: VÓTAME.
Y eso hizo. Botó el saco y la última semana que le quedaba por morir por el agujero abierto en la ventana, con la esperanza de reencarnarse en césped, de ese que logra que olvidemos el hambre y las deudas.
- Pena, muy mal se están poniendo las cosas para que alguien se pueda plantear esa salida.
- Alegría, siempre es más duro el asfalto.
Descubrió que no huele, el hambre no huele a domingo, no hay calendarios para los días vacíos, sólo eco, recuerdo y silencio.
Tras un gran estruendo, un saco con ayuda estatal entró por la ventana y reventó su frigorífico.
Cuando se cansó de leer la letra grande de agradecimientos, planes de alivio social..., buscó instrucciones para abrirlo y solamente encontró una del partido gubernamental: VÓTAME.
Y eso hizo. Botó el saco y la última semana que le quedaba por morir por el agujero abierto en la ventana, con la esperanza de reencarnarse en césped, de ese que logra que olvidemos el hambre y las deudas.
- Pena, muy mal se están poniendo las cosas para que alguien se pueda plantear esa salida.
- Alegría, siempre es más duro el asfalto.
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