De nuevo con la nariz aplastada contra el colchón, las hormigas correteando por sus pies y la espalda, helada. Intentó girarse. Seguro que si se concentraba, al menos la cabeza le haría caso. Definitivamente no podía moverse. Rezó para que la pelusa que se había comido el calcetín, acomodada sobre la alfombra, no la delatara e hiciera a papá buscar debajo de la cama, como la última vez.
- Bueno Pena, hoy la cosa va de encuentros.
- Así siento yo que está mi sueldo: sin nada que ocultar y a espensas de los demás.
- Pues haber suspendido la oposición...
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13 de enero de 2012
3 de abril de 2011
3 de marzo de 2011
Juan Conmiedo
Rodear su bosque hacía que tuviera que caminar todos los días durante dos horas más. Tiempo que aprovechaba para pensar, oler flores, hipnotizar moscas y respirar sol.
El tiempo creció y el bosque desapareció.
Rodear el centro comercial cada día para acercar a sus hijos al colegio caminando, hablando y haciendo el tonto le hacía recordar el porqué de sus miedos y lo que le habían ayudado. Con una sonrisa.
- Yo no sé si tengo más miedo a los bosques o al paso del tiempo.
- Pena los bosques desaparecen y el tiempo pasa...
- Ves, ya tengo la piel de gallina.
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