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3 de agosto de 2012

Trascendente

Antón Roseta se encargó de ello desde el primer momento. Tenía vocación trascendente y cara de joven promesa a la que nada se podía negar. Él lo sabía, y aguantaba el peso de su gran futuro realizando actividades rutinarias sin tener que pensar en nada más que hacerlas; eso era lo que más le hacía disfrutar. Armado de un reloj y un interruptor, encendía y apagaba el semáforo de la calle Abadía con Bernal.
Es curioso que nadie le preguntara si era daltónico, simplemente se acostumbraron al semáforo invertido que daba color a la ciudad y que tanto turismo atraía.



- Alegría, un trabajo rutinario es lo que te vendría genial a ti para no pensar.
- No gracias. Las limitaciones se hacen más evidentes en los trabajos sencillos.

3 de febrero de 2012

Cada día

Coloco el felpudo. Hoy es martes y toca limpieza de escalera. Espero el ascensor. Se abren las puertas. Baja ocupado; los del octavo y su mascota, un elefante albino africano. Yo voy cargado con la basura en cuatro bolsas: papel, plástico, botellas varias y el resto. Monto. Se ha parado. No parecen nerviosos. Acarician a Tolo. El niño, celoso, empieza a gritar para llamar la atención. No le hacen caso. Una hora y cuarto y no aparece nadie al rescate. Huele mal. Por fin en la calle, está empezando a llover. Han florecido los cerezos del parque.


- Pena, yo suelo ir a nadar los martes...
- Lo que pasa con las rutinas es que es posible acostumbrarse a todo. ¿Te has olvidado de que somos siamesas?

17 de agosto de 2011

Rutinas

No despertó. Ni cuando sonó el despertador. Ni cuando llamó su marido. Como cada mañana. Habló con él. Qué calor, yo también. Un beso. Pero no despertó. Su cuerpo se levantó. Se duchó. Desayuno dos tostadas con mantequilla. A una azúcar, a la otra mermelada de ciruela. Vestida, con el bolso colgado por delante. Esperó el bus. El metro. Llegó al bus. Se cambió las gafas. Se sentó. Se cambió las gafas, un café con hielo. Y cigarrillo en la calle. Gafas. Otra vez en casa. Encendió la TV. Un canal, otro, otro, otro... Otro beso, que descanses. Yo también. Pero no despertó. No se dio ni cuenta.


- Pena, sobre eso de que la vida pasa mientras pensamos en qué dar...
- Dime...
- Que soñando, haciendo planes, respirando... al menos somos conscientes de ser.