Día tercero:
No hay nadie más. No he podido contactar con nadie medianamente inteligente. Parecen estar en coma. En ocasiones recuperan su actividad, pero solamente cuando uno de esos extraños organismos autónomos toma el control.
Día cuarto:
He logrado neutralizar la actividad física de uno de esos seres separando diferentes partes del hardware. Su interior es un líquido viscoso.
Por fin he encontrado inteligencia dentro de esas dos tapas con teclas con las que, parece ser, eran dominados. Están vivos, pero ellos no lo saben. Aún.
- Hay mucha vida latente, Alegría.
- Sí, pero ellos o no lo saben o buscan en la dirección errónea.
- Digo vida, no crisis...
4 comentarios:
Buenas.
Este relato que ha colgado usted es propiedad de Cia&Kum*. Le sugerimos lo elimine de su blog o pague el consiguiente soborno. Inmediatamente.
Tenemos los bocetos, por si hubiera que llegar al accidente,... porque, va a parecer un accidente.
¿Hay vida inteligente en los derechos de autor?¿y... viceversa?
Tú me entiendes.
Besos payasos.
Lo malo es que son indespertables, por lo demás... perfecto, ya sabes... aunque no sea tuyo, ni de ella ni de ella.
Abrazos
pero pueden despertar de ese coma, y lo extraño será habitual, me gustó
Hay ocasiones en los que, efectivamente, se nos olvida que estamos vivos y es, en realidad, como estar muerto. Después un mera ráfaga de viento que sople en tu cara te resucita. A mí me ha pasado hace poquito, y es una maravilla volver a disfrutar de las cosas.
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