Tuve miedo cuando cesó el vendaval.
Mientras el viento soplaba, todo parecía tener sentido. Las formas eran modeladas imprevisiblemente. Su susurro ensordecedor me sacó de la apatía. Cuando todo paró, tomé mi mecedora y aparté los restos del desastre y me puse a fumar mi pipa en el porche de la casa, mientras caía el sol de otoño y se desparramaba entre los castaños. Esos de las sombras alargadas.
- Pena, tu culo tiene muy mal asiento...
- Tres patas son aceptables, cuatro dan estabilidad, cinco son inamovibles como anclas.
