No he podido parar de dar vueltas en la cama. Y total por un bobada, que además iba a ser una sorpresa. Pero cómo me iba a imaginar que subiría a la azotea. Y, ¡oh coincidencia!, justo cuando estaban pintando la H al helipuerto. Que si dónde vamos a tender ahora la ropa, que si estoy loco o qué, que si se me ha subido a la cabeza el cargo de presidente, que si menuda derrama ¡con la que está cayendo! para la comunidad, que si era por eso por lo que no se veía la tele... ¡Cuánto egoismo! ¿y lo despejado que está ahora todo? ¿y los paseos que se pueden dar por la pista?, por no hablar de esa sensación de bienestar que te queda en el cuerpo tras los despegues... Ese silencio no se paga con dinero, no señor.
- Esto Pena, vas a pensar que es una bobada pero...
- No sigas, tienes razón. Lo pienso.
