18 de junio de 2012
Oníricos
Agitados y lentos, sus sueños fueron rompiendo el orden. Al despertar, decidió tomarse el día libre y no colocar nada. Se sumergió entre peces y nubes de algodón; dulces. Trenzó espirales con sus pentagramas de colores hasta lograr el caos. Se sentó mirando al mar y se sintió querido desde la otra orilla. Valiente, atrapó el tiempo suficiente para seguir soñando. Así, despacio, como a humo en café.
- Me gustán las tempestades aunque no traigan calmas.
- Ya Alegría, las calmas son tan tranquilas que siempre parece que va a pasar algo...
- Bueno, seguro que bueno...
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1 comentario:
No conviene fiarse mucho de los sueños.
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