16 de marzo de 2012

El pobre del Árbol

El pobre del Árbol de mi barrio, se ha hecho funcionario.

No lo digo porque ya no tiene el aspecto de un joven triste, integrante de una red de mendicidad que se ha adueñado de las puertas de muchos supermercados e iglesias de la ciudad, ni porque ha engordado tanto que, de no ser porque el cartel heredado que pide alluda para sus ijos, continúa a sus pies, se podría pensar que se los ha comido, tampoco porque hoy estaba tranquilamente sentado sobre unas cajas acolchadas con mantas leyendo el períodico con otro en espera...

Lo digo porque el grueso de sus ingresos viene del Estado. Y es dinero bien ganado si tenemos en cuenta la labor que la mendicidad hace en todas esas mentes beatas de súper que posan sus conciencias tranquilas, junto con los céntimos que les sobran, o que guardan para la ocasión, a los pies del chaval, y esto es la verdaderea tapadera que oculta, engorda y acrecienta la mendicidad.


He oído a niños decir que la verdadera crisis, es la social y la culpa es de algunos padres, que apagan televisiones y encienden mentes con tanto libro como hay.


- Pena, siempre hay quien pide por necesidad...
- Es cierto. Y porque es mejor que robar o porque quieres tener más o para tapar grandes agujeros hechos por la incompetencia o la usura o para alimentar redes o para el consumo o para tener más... Todas las razones dan mucha pena, pero quien da convierte una situación incómoda en estable.

2 comentarios:

Torcuato dijo...

"Dame algo, para ser como tú, para tener lo que tú tienes"
"Pero al final yo y tú, engañados los dos"

Un abrazo, Bicefa.

Dyhego dijo...

Con la mendicidad: ni están todos lo que son ni son todos los que están. Supongo que hay que hacer como dicen la biblia: que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquerda, poruque si te pones a pensar... malo, malo.
Saludos.