No fue algo fortuito. Aún así, se sintieron sorprendidos cuando sucedió.
Pero él volvió. Los barcos saben de tantos regresos...
Han pasado los años y sus canas siguen enganchadas de sus ojos y de su luz.
Y es que de tanto mirar al cielo, el mar se enamoró de una estrella.
Su reflejo tiene la culpa de que todavía haya momentos en los que el marinero, cegado por la añoranza, solamente perciba sombras.
- Al menos sueña con la luz...
- Eso no es soñar, eso es recordar.
- Pues yo probaría a ponerme unas gafas de sol
- Ahora es tarde...
8 comentarios:
No sé si tendrá que ver pero tu texto me ha evocado la pérdida de un pescador gallego hace un par de días, y por lo tanto, la dureza de este oficio.
Un abrazo.
Pues a mi me ha evocado a un amor nunca olvidado...
Salu2s.
Me ha gustado mucho eso de el mar mirando el cielo, no lo había pensado así, pero es muy bonito, como para no enamorarse de las estrellas...
Un abrazo
Tu micro me ha devuelto un poquito del romanticismo que tenía perdido.
Un beso
BICEFA:
La mar es poderosa, la mas es atractiva, la mar es despiada, la mar lo es todo.
Salu2 totales.
Excelente blog, entré por casualidad pero me quedo como seguidor.
Te invito a visitar el mío.
Un abrazo desde Argentina.
Humberto.
www.humbertodib.blogspot.com
¡Qué hermoso! Tu cuento tiene magia y entre sus renglones se adivina una historia de amor que no se puede perder en el tiempo.
Encantador, Bicefa.
Un beso grande.
Mar, cielo, estrellas... belleza por todos lados y que poquito la miramos con los ritmos que llevamos (Bueno, hablo por mí).
Besito sosegado.
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