Estaban curiosamente calladas y acurrucas… pero ¿dónde? Se había convertido en costumbre oír esas voces y su ausencia era de una pesadez apenas soportable. Era un sinsentido.
…y se olvidó de ponerse la chaqueta, incluso un coche estuvo a punto de pillarle…
…y probó a caminar descalzo sintiendo el frío y el calor del suelo, la humedad de la hierba haciéndole cosquillas y a enterrar los pies en la arena mientras las olas subían y bajaban y el dolor cuando se le clavaban las piedras
…y descubrió que se podía caminar por lugares donde no había aceras, ni semáforos ni sitios donde ir, sin relojes
…y a volar
…y a escuchar la música…
Y la alegría no supo que hacer y se lo susurró al oído a la pena, y así unidas como estaban… siguieron caminando por el tiempo con la mirada puesta en lo por venir…
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