Como cada 25 de junio, abrío sus maletas para airear los fantasmas de las vacaciones pasadas y enfrentarse a ellos. Agotada, se dispuso a dejarlas de nuevo en la puerta, pero algo la impulsó a salir, a bajar las escaleras, a llamar a ese taxi y marcharse sola. Una última mirada atrás y se convirtió en estatua, de esas de sal, de esas que ven rodar el tiempo desde sus ojos ciegos en los parques.
- ¿Ya empezamos con la depresión postvacacional? Pero si todavía estamos trabajando.
- Alegría, es que solamente con pensar en el regreso...