Se dio la vuelta y quedó como ausente. Él caminó por su espalda como hormiguita. Ella se giró pidiendo el cielo, y ¡Abracadabra!. Recordó porqué le gustaban sus silencios; por lo que callan y porque no son reales. Y porque seguía estando allí, convertida en canción.
A Silvio y a Pablo... Neruda.
- Siempre te veo dale que te pego, machacando el yunque, Pena...
- ¿Qué iba a ser sin creer en lo que creo y hago? ¿El eco de un hueco?