Me plantaron de niño. Mi padre decidió irse con una escocesa de proporciones pecaminosas a escribir corazones en los árboles. Lo del fin del mundo me pilla como de vuelta. Para mi abuela se terminó todo hace treinta años, y estoy seguro que para mis nietos no existe nada aún. O eso creo.
- Pena ¿lo que no existe no está o está en espera?
- Alegría, ¿apagaste el gas?
