Con los brazos en alto, fueron saliendo uno a uno de las trincheras. Pensaban que nunca llegaría el día.
Alguien tarareaba algo parecido a una copla infantil que me cantaba mi padre, después de leer mil cuentos que iba inventando sobre la marcha. Cuando acababa, siempre me daba un beso, otro para la vaca Valentina y otro para la bolsa donde los guardaba "para los momentos tristes". Salía de la habitación con cuidado, para no pisar los muñecos, ni los besos que había caídos por el suelo, por lo de las cosquillas...-"La lluvia, pues llovía, que es lo que hace cuando no sabe que hacer con tanta agua" Y se partía de risa golpeándose con sus manazas los muslos...
A mi padre le encantaba jugar con las palabras.
Y a la guerra, terminarse.
