Siento como el poeta de un dios verdadero
cambia su vida por la de la niña muerta
que, sin nacer, ha dejado más huella
en este mudo mundo sordo y loco
por el mar, ese que se esfuma por sus orillas
hacia las entrañas de la tierra.
-Pena, ¿estás sola?
-Y sin compañía
Mostrando entradas con la etiqueta Sueño. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sueño. Mostrar todas las entradas
30 de marzo de 2016
28 de agosto de 2014
Con sueño
Se cubrió con un mando de estrellas heredado de una tía que no llegó a conocer. Las penurias y la postguerra agujerearon los recuerdos más recientes hasta hacerlos tomar este color grisáceo. De puro aburrimiento, se durmió hasta que se despertó con la luz del despertador a altas horas de la mañana, casi tarde ya. Tomó un libro con las pastas por fuera y recordó los macarrones con chorizo y huevo crudo de la abuela, pero sin queso. Se tragó las primeras páginas y se guardó el resto para el almuerzo. Se levantó de la cama y se calzó los mocasines, uno por pie. Huyó por el doblez del pasillo hasta el fondo, escondido en el silencio, donde moran los sueños, esos que no tuvo.
- Alegría, que felicidad tenerte cerca.
- Ay Pena, pensé que de pena no estabas ya.
10 de diciembre de 2012
Al filo
En un mismo salto, sin más ayuda que la gravedad, Luis Albricias Pocas se despidió, de pasada, de la vecina del cuarto (como siempre asomada entre cortinas), del silencio, ese que calla, de sus limitaciones para entender, de los anuncios de compresas y de los de la ilusión, de su imaginación, de su indecisión, del monstruo, de sí mismo y de todos sus compañeros, del tiempo de sobra y del de falta, de ese maldito canon de entrada y salida musical que se repite una y otra vez sin sentido ni gracia alguna.
También se quiso llevar la culpa, pero era tanta que los que quedaron, se hicieron con la herencia sin quererla.
- Alegría, yo el que odio es ese anuncio que dice que compres lotería para poder soñar o tener sueños decentes.
- Pena, yo no necesito ni cerrar los ojos para hacerlo.
También se quiso llevar la culpa, pero era tanta que los que quedaron, se hicieron con la herencia sin quererla.
- Alegría, yo el que odio es ese anuncio que dice que compres lotería para poder soñar o tener sueños decentes.
- Pena, yo no necesito ni cerrar los ojos para hacerlo.
6 de agosto de 2012
Bella
De vuelta, las nubes se tornan más oscuras y se huele una tormenta inevitable.
***
Parpadeo en los campos, en las gasolineras, en el cielo abierto, en el aguacero torrencial....
***
Las maletas abiertas, mar de arena, soles paseados, lunas plácidas.
***
Los corazones cerrados viven menos.
Los secretos compartidos son compromisos.
Los peces sueñan con volar amarrados a la belleza de aquellas flores de miel de naranjo.
- Yo suelo soñar con irme.
- Pero disfrutas quedando, Alegría.
- Ya Pena, pero eso es porque es donde estoy.
1 de marzo de 2012
Con el viento
Más allá
más allá del deseo,
detrás incluso de los sueños,
pasando las montañas....
Dime, más allá...
¿qué hay que tantos van?
Esos caracoles
no se van,
regresan.
- Me mareo Pena, pierdo la cabeza.
- Eso mismo paso a la era antes de parir un corazón y morirse de dolor, Alegría.
más allá del deseo,
detrás incluso de los sueños,
pasando las montañas....
Dime, más allá...
¿qué hay que tantos van?
Esos caracoles
no se van,
regresan.
- Me mareo Pena, pierdo la cabeza.
- Eso mismo paso a la era antes de parir un corazón y morirse de dolor, Alegría.
7 de octubre de 2011
Eso creo
La A
Acertar es más difícil que preguntar.
La B
Las rosas no se esconden en los jardines: Están.
La C
No tiene sentido creer que partimos de cero, cuando hablamos de empezar de nuevo.
La D
Con el tiempo y las sombras, descubrió que lo que más le importaba, era permanecer despierta para seguir soñando.
- Siempre que oigo hablar de sueños, me entra uno.
- Ya, demasiada tele y poco dormir, Alegría, es lo que da, que dejas de soñar sueños, que es eso que se sueña cuando se sueña.
Acertar es más difícil que preguntar.
La B
Las rosas no se esconden en los jardines: Están.
La C
No tiene sentido creer que partimos de cero, cuando hablamos de empezar de nuevo.
La D
Con el tiempo y las sombras, descubrió que lo que más le importaba, era permanecer despierta para seguir soñando.
- Siempre que oigo hablar de sueños, me entra uno.
- Ya, demasiada tele y poco dormir, Alegría, es lo que da, que dejas de soñar sueños, que es eso que se sueña cuando se sueña.
12 de abril de 2011
Vientos de ensueño
Cuando William L. Thomson se despertó esa mañana, se sintió más ligero. Preocupadamente ligero. Se dejó caer suavemente desde el techo hasta el suelo. Se vistió y la ropa hizo que se aferrara al piso, liberado de sus sueños y fantasías. Y de aquellos vientos de marzo.
- Vamos a ver Pena, lo de ponerse la ropa y aferrarse a la realidad, ¿es porque tuvo un sueño erótico-festivo?
- Qué se yo Alegría, qué se yo.
- Vamos a ver Pena, lo de ponerse la ropa y aferrarse a la realidad, ¿es porque tuvo un sueño erótico-festivo?
- Qué se yo Alegría, qué se yo.
11 de marzo de 2011
Variaciones del alma en sol, sueño y viento
El peso de los sueños no me deja caminar bajo el viento y te entiendo entre cortinas, en las sábanas, porque el sol está al otro lado, el que hace que, cuando despierto, empiece a flotar y me haga tan pesado que me aplaste contra el techo y, desde allí, observo la alfombra y su olor a humo de flores del jardín del turco, tu vecino, el de la cara sin cicatrices, por el tiempo y una pelea con su hermano del alma, que, por cierto, si pesa veintiún gramos, ¿cuánto pesan tus sueños? que me aplastan entre algodones y me hacen sentir tu sonrisa oculta, la de los domingos de palomitas y cine en un parque corriendo detrás de las mariposas que hacen volar pensamientos y crean huracanes retorciendo árboles, cristales y razón hasta volverla útil y reconocible por los huecos de los que están y los vacíos de los que se perdieron y nos dejaron la huella del peso de sus sueños en el alma de tu violín y de su música que fluye por mis venas, pesada, espesa, torpe por el peso de esos cotidianos sueños que ocultos en los cajones, en las entretelas vacían el alma saltando, ayudadas por el viento de las alas de las mariposas, de tus cortinas de ensueño, quién sabe si abiertas al sol del otro lado, el de los sueños del alma.
- No me extraña nada que tengas sueños...
- ¿Qué decías Alegría?
- Ves a esto me refería, en ti todo son variaciones de algo parecido a la razón
13 de septiembre de 2010
La máquina del tiempo
Tuve un sueño.
Pero no un sueño cualquiera de esos que comentas en la fila del súper, o en el parque mientras das de comer a las palomas a tu compañero de banco. Estoy hablando del sueño. De Ese que escribes para retener los detalles y rellenar los huecos con literatura.
Un desierto, de esos de arena por todos los sitios. Y dunas. Y un sol enorme.
Una máquina del tiempo con grandes láminas de acero verticales, que va emergiendo bajo mis pies, a la vez que engulle la arena entre las hojas del artilugio. Estoy descalzo haciendo equilibrios de una cuchilla a otra. Intentado permanecer el mayor tiempo en una de ellas, hasta que logro pasar a otra. Mi aspecto cambia con el salto, envejezco repentinamente. Retrocedo a la anterior, y ya, de puesto, a la siguiente. Otra vez niño. Cada salto, un dolor indescriptible, de esos que solo pasándolo lo conoces. Cada retroceso, un error. Las cuchillas se van separando. Tanto que termino cayendo y cayendo al abismo de brillos, pero no llego a la arena porque me despierto antes.
Sentado en la cama con los ojos como platos y los puños cerrados, que es como hay que dormir para descansar más rápido, miro hacia la alfombra, donde el sol empieza a posarse tras cortar la habitación. La radio empieza a sonar, me levanto y voy a saltitos hasta... la vida.
- Pena, yo también tengo sueño.
- ¡Anda calla!, que menuda noche me has dado...
Pero no un sueño cualquiera de esos que comentas en la fila del súper, o en el parque mientras das de comer a las palomas a tu compañero de banco. Estoy hablando del sueño. De Ese que escribes para retener los detalles y rellenar los huecos con literatura.
Un desierto, de esos de arena por todos los sitios. Y dunas. Y un sol enorme.
Una máquina del tiempo con grandes láminas de acero verticales, que va emergiendo bajo mis pies, a la vez que engulle la arena entre las hojas del artilugio. Sentado en la cama con los ojos como platos y los puños cerrados, que es como hay que dormir para descansar más rápido, miro hacia la alfombra, donde el sol empieza a posarse tras cortar la habitación. La radio empieza a sonar, me levanto y voy a saltitos hasta... la vida.
- Pena, yo también tengo sueño.
- ¡Anda calla!, que menuda noche me has dado...
25 de agosto de 2010
Soñando tiempos
Por fin encontre la forma de dominar el tiempo.
Lo paro a placer, camino por los segundos adelante y atrás, incluso en círculos.
Caigo en el pasado y vuelo hacia el futuro como quien mira por un espejo, como si fuera una ventana.
Muevo el sol, acelero la luna. Los veo besándose tras la nubes. He vuelto loco a más de un gallo. Cambio el orden de las estrellas y desoriento a los marineros. Tuerzo caminos a peregrinos.
Ayer pasará mañana, pero mil veces antes, hasta que entienda por qué pasa lo del hoy. He olvidado mil culpas hasta que no discurra el ayer.
En fin... He abierto la ventana y con tu olor soñé que tenía la llave, tantas llaves de tantas cancelas, de tantos caminos, de tantos futuros en ti.
Pero cuando despierte, deja que sueñe.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)









