Todas las carnes blancas saben a pollo. El pensaba que sabían a pescado y en sus sueños saltaban los peces de colores en la selva, se escondían entre las sombras, se escabullían como lenguas de amantes.
Cuando desperté
en medio de la noche,
tenía hambre.
- Alegría, creo que tienes que hacer algo serio con esa adicción tuya al chocolate - Pena, ¡qué poco sabes de alegrías!
Que Venus y Urano giraban en el sentido contrario al resto de los planetas, orbitando a su antojo por no sé qué amores que se perdieron en el recuerdo, no causó la menor impresión a la flor del manzano.
El viento mece
las flores del manzano
y allí se quedan
- Lo que no cambia, es difícil que sea distinto, Pena. - Todo depende de la intensidad con la que se intenten las cosas.
Dado que no siempre se termina en el lugar que uno desea, disfrutemos de nuestra capacidad de adaptación.
Algunas hojas
cayeron en el suelo
buscando el cielo.
- Lo único que tenemos claro es el lugar en el que estamos. - Es verdad Pena, esto no es como se empieza, ni los caminos que deseamos explorar, es un poco de todo: senderos, sueños, anhelos. - Son los durantes más que los fines. - Será eso.
Habrá sido el viento, o simplemente un susurro, el que ha traído ese olor a mar saltarín y dulzón. El que hizo que en este otoño de lluvias sienta sal y soles.
Desde aquel mar
las hojas de otoño
vuelan azules
- Pena, mucho de algo bueno se convierte en algo malo...
- Mucho mejor mucho de algo malo, dónde vamos a parar...
Es posible que las ideas se me desorienten y aparezcan mezcladas con la arena. Que el sol brille a la sombra de una terraza atravesando una cerveza congelada. Solo pasa que...
en vacaciones
camino más despacio
y sin el reloj
- Alegría, parece que te pasas el día pegado a una cerveza y escuchando buena música en directo en la terraza de un bar...
DON MIGUEL: Fue Cide Hamete Benengeli el que lo encontró escrito y me dijo, que él no fue el que te hizo ver gigantes. Que todo tenía que suceder así. Quijano, por Dios, ¿qué vas a hacer?, baja esa espada, que estoy impedido y no me voy a poder defender como mereces. Sancho, amigo, cuéntaselo tú que sabes lo que me pasó en Lepanto luchando contra el turco. Además, si lo hice, fue porque:
escribir versos
siendo soldado fiero
está mal visto
y con este sueldo mísero que tengo, no me ha quedado más remedio que fabular.
ALONSO: No te mato porque si mueres, muero yo. Y matar muriendo sí que sería una locura.
SANCHO: Mire a ver mi señor Alonso, que más vale envainársela a tiempo que morir de una pulmonía en suelo ajeno y no vaya a ser que en el remedio esté la enfermedad contraída por descuido...
DON MIGUEL: Sancho, contigo me equivoqué, estás muy dañado, pero que muy dañado.
- Alegría, la suma de las partes suele ser mayor que el todo que las dividió. - Ya, sobretodo cuando intentas arreglar algo.