El tiempo se fue ralentizando. Las palabras se convirtieron en ecos hasta quedar petrificadas, ingrávidas. El individuo A, congelado, tuvo que plantearse en el estado estanco en el que se encontraba, dar, o no, su siguiente paso. Parecía evidente que la maquinaria no iba a avanzar, porque sí, como hasta ese momento. Se intentó motivar. Hambre no tenía, acababa de tomarse un vino con unas bravas. El sitio donde habían cortado sus hilos, era bastante confortable, a la sombra y al abrigo de vientos y lluvias. Tampoco estaba solo, la calle a esas horas era un hervidero de gente. Su mediana edad bien llevada y consciente le hacía ser admirado por sus hijos, bien mirado por sus vecinos, y su jefe reconocía su trabajo y recordaba su nombre. Se diría que había aprendido todo tras el último ascenso formativo. Miró a su alrededor. Todo el mundo se encontraba en el mismo estado, en este de ceguera "saramágica". La suerte hizo que una imprudente pulga picara al vecino de latencia involuntaria y no planteada. Se defendió y en este impulso el individuo A se defendió del codazo involuntario que se le venía encima, dando un salto hacia atrás, empujándome a mí que me había quedado con la taza de café a media altura, no recuerdo si en ascenso o en descenso hacia la mesa. En fin cariño, mamá, papá, amante esposo, compañera de mi vida, persona que hace volar los vientos que me mecen, anhelo de mis suspiros, ser de mi vida, por eso estoy tan despierto de nuevo y tengo esta manchita de nada, tan parecida a un pez, en mi camisa, esa que se plancha tan mal.
- Alegría, el loco de la Plaza Mayor sigue gritando eso de "Despertaaaaos"...
- Ah... era eso, yo entendía Despertares, y me acordaba de la peli de Robin Willians y Robert de Niro.
- Anda que no necesitamos pulgas y café algunos...